domingo, 28 de junio de 2009

Lo Perfecto de las Ideas

Quise llevarlo a algún programa de talentos pero reculé porque iba más allá de la transgresión televisiva acostumbrada, había algo más que alimento político en sus movimientos.
Emergió hace un año y medio en el conflicto agrario con su figura de naturaleza bestial, como todas las del campo, hizo para ancha, se acomodó en el entrevero y pasó al estándar. Gregario y arrogante Mario De Miolers convenció a varios dentro de la comuna de Chacabuco, siendo capataz y todo, que la solución era el corte; y allá estuvo pueblo, intendencia y tractores cortando, todos, la ruta; como unos años antes, todos, boletas.

La cosa se enfrió y el negro De Miolers no se quedó en la peña política: se cortó solo y viró hacia el trascendentalismo - lo interior- como le gustaba llamarle, pero no refiriéndose al campo sino a su profunda humanidad.

Andaba en alpargatas, serio y en reflexión socrática con los otros peones. Un día se cortó el pelo, se cortó las bombachas muy conciente del peligro de los ortigales; dijo que el corte implicaba acostumbramiento. Lo miraban abstrayéndose en el negro convertido en puro signo que no largaba nada.

Plantó la trilla, delegó y se vino a radicar en Capital Federal, fortaleciéndose en lecturas; se alquiló un pe hache: "tenía unos pesitos ahorrados". Unas muchachas le hacían mate mientras elaboraba propuestas que elevaba a una fuerza política minoritaria que crecía. Lo frecuenté cuando la militancia y mi compromiso se vertían precipitadamente en un viejo modelo conocido de tranquera al mundo y coqueteo mediático. De Miolers era firmeza, al poco tiempo se quedó sin dinero: cortó el pago del pe hache, cortó con una de las cebadoras de mate que había devenido en hembrita suya.

La militancia me acercó a De Miolers; ella fue el convite, su aceptación y que viviera con nosotros un tiempito, hasta que comenzó a extrañarse. Primeramente estuvimos al borde de correrlo cuando nos cortó el cable; literalmente el cable por el cual llegaba la señal del vecino que compartía su servicio televisivo con nosotros. Luego me asustó cuando no hizo más propuestas en el partido, ostracismo, fue silencio desde entonces. Hasta que una tarde mi hijo lo encontró en el dormitorio, en la oscuridad de cierta hora, tendido en el suelo cortándose con una hoja de afeitar su cuerpo negro y marco perfecto del tajo rojo que escupía sangre. Allí sentenció De Miolers: cortar es una forma de vida…

by quinito

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