domingo, 15 de marzo de 2009

Aerolito, el astroboy criollo

Bajo un madrigal, Aerolito dispara al piso su cámara y evoca viernes y sábado mirando las nubes impávidas del cielo. Por un viento provocador, pampeano, la insistencia de las hojas ayudan al poeta a reencontrarse en la escena. Sí, mil veces sí... definitivamente había caminado esas cuadras fatídicas con el celular en la mano, a falta de facón, amenazando al Chueco Díaz, quien jamas hubiese soñado con escucharlo ese domingo. El mismo pequeño sujeto volvía el viernes allí para tirar rostro a su hermana; la Magui cantaba hacía ya unas horas una canción remixada de Nirvana sobre un bafle, y sacudía la cabeza como salvándose de arena movediza y sucia. Aerolito escribe que los boliches del campo están por siempre esperando a que la vida no perezca entre chalecos y luces y su hermana la Magui toma en sus brazos al Chueco Díaz y desaparece (tremendo papelón). Cayó la espuma, y un caminante ante un mar de niebla arrimó la cabeza al vacío mientras dos dementes escapaban por la ruta. Dos días después, Magui apareció con la misma ropa y ojeras, y de eso se habló en la mesa el domingo, comiendo un asado algunos y recargando baterías otros, frente a papá, borrachos, como siempre, y a los gritos. Magui cruza el campo descalza, llorando irremediablemente, cuando de pronto un cohete le atraviesa el cráneo, la empuja al pasado en una fracción de segundo y deja todo en blanco. Sus ojos, con la negrura mística del agua de un arroyo por la noche, miran ahora al universo como a un terreno baldío. Hacia el oeste, por la línea contraria al triste horizonte, desaparece un héroe de la patria y su feroz caballo ...
By Rodrigo

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